Vie, 06/15/2018 - 15:41
- Para Padres
La imagen de la mujer en casa y el hombre trabajando todo el día sin ver a sus hijos hasta la noche, está cambiando a tal punto que hoy es común escuchar el término “stay at home dads”.
Cada vez que se celebra el Día del Padre me gusta encontrar la forma de homenajearlos. Soy fiel creyente de la coparentalidad y de sus beneficios, y a pesar de que hay avances en la comunicación de temas relacionados con ser padres, creo que en nuestra sociedad todavía hay ciertos temas que quizás no se hablen tanto sobre la crianza de nuestros hijos.
Hace poco leía sobre los “stay at home dads”. Realmente, si lo buscas en español, no vas a encontrar una traducción exacta ni mucha información. Utilizaré el término “padres en casa”. Otra manera de llamarlos es “amos de casa”.
¡Qué raro se escucha el término “amo de casa”!, ¿verdad? En lo personal, nunca me acostumbré al concepto ni tampoco suelo usarlo. Independientemente de cómo lo queramos llamar, es algo que estamos viendo mucho más en países norteamericanos y europeos.
Hacer desayuno, tareas domésticas, llevar los hijos al colegio y realizar las compras son algunas de las actividades de un padre en casa; pero el concepto es mucho más que eso.
Es más, existen muchos estereotipos que los padres en casa deben enfrentar: “debe ser que perdió su trabajo”, “debe estar desmotivado”, “está baby-sitting”, “seguro mira televisión todo el día”, “mamá lo haría mejor”, etc.
Sin embargo, en una encuesta realizada por carreerbuilder.com, el 40% de los padres quisieran estar en casa con sus hijos, si no en su totalidad, por lo menos medio tiempo.
Yo, por mi parte, decidí hacer un pequeño sondeo en Panamá, a través de mis redes, y a pesar de que no tiene validez, pues la muestra no es representativa (n= 30 participantes), sí me brindó algo de información: el 58% de los encuestados conocía un “full time” padre en casa en el país; el 66% conocía a un papá que dedica varias horas al día para compartir, sea haciendo tareas domésticas o pasando tiempo con sus hijos; y solo el 20% expresó querer ser un padre en casa.
Lo que puedo resaltar es que la imagen de la mujer en casa y el hombre trabajando todo el día sin ver a sus hijos hasta la noche, está cambiando.
De igual manera, en la medida que se apoye más la implicación libre del hombre en su hogar se notarán beneficios a largo plazo sobre el bienestar de este tipo de familias.
La ciencia poco a poco nos está mostrando que los hijos que tienen la oportunidad de recibir cuidado, calidez, atención y conexión con sus padres apropiadamente desde el nacimiento hasta los primeros años de edad, pueden tener un impacto en su cociente intelectual y en desarrollar un apego sano en general; además, aquellos que tienen padres atentos durante la adolescencia, pueden disminuir notablemente conductas delictivas, tienden a ser menos promiscuos y tienen relaciones más sanas con sus parejas.
Al final, ser padre en casa es una decisión, y, ante cualquier duda, siempre digo que calidad deja huellas más profundas que cantidad. Si la intención de compartir y acompañar es sostenida e ininterrumpida en el tiempo que se dedique, el resultado siempre será positivo.
Lo cierto es que las madres y los padres son los mejores maestros de sus hijos, y que el involucramiento de papá en la crianza de sus pequeños al igual que el cuidado del hogar, será cada vez más reforzado positivamente. Eso sí, en la medida que nuestra sociedad permita la expresión de esa masculinidad, que por mucho tiempo ha sido callada.
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